Buenas tardes Doctor

Soy alumna de la UBA y me encuentro en estos momentos dándome el lujo de poder presenciar, compartir y reflexionar sus clases desde hace tres sábados ya.

Debo confesar que la idea de escribirle un mail ha rondado en mi cabeza desde aquel primer sábado donde me senté en el aula y, esperando una clase más de tantas que he presenciado ya durante mis años de estudiante, saqué mi cuaderno de apuntes, la lapicera, escribí 11 de agosto y me dispuse a tomar nota de aquello que me parecía relevante para luego estudiar.

Pero es ahí cuando usted empezó a hablarnos del hombre, de su inexorable voluntad de ser, de la necesidad del encuentro con el otro para poder existir; y pensé, bueno, evidentemente esta cursada será muy distinta a aquellas que se suelen dictar en la Facultad.

Encontré dos compañeros tan extraordinariamente asombrados como yo y en el recreo intercambiamos opiniones sobre aquello que se nos había presentado durante su exposición. Desde ese momento nos reunimos todos los sábados luego de clases para hacer lo mismo, café de por medio, tratando de contestar el preguntario. A veces nos sorprendemos ante la inmensidad de las preguntas, muchas de las cuales creemos nunca se pueden terminar de contestar.

Luego llego a casa y leo mis apuntes de clase que distan mucho de los de las otras materias: están llenos de frases, reflexiones, pensamientos, poemas.

Soy una apasionada de todas aquellas palabras que pueden, en su combinación exacta, decir cosas que llegan al alma; por eso, cada vez que usted hace alusión a alguna cita, escribo rápido a fin de no perderme ni un punto y coma. Muchas de ellas las comparto luego con mi familia, quienes me escuchan con gusto.

Es que siempre salgo de sus clases en "carne viva". Realmente pocas veces me había puesto a reflexionar sobre estas cosas. Muchas veces aceptamos la realidad que se nos presenta sin ni siquiera preguntarnos el por qué. Son los cimientos del ayer, como usted siempre nos dice, lo que nos explican el hoy y los que nos ayudarán a entender el mañana. Deberíamos indagar sobre ellos mucho más de lo que los hacemos, creo que todos nos entenderíamos mejor. Entender al hombre para entender el Derecho. Se dice que en la obra se ve la mano del artista ¿no? entonces, tratemos, como futuros abogados, desde nuestra realidad, sentarnos a reflexionar sobre nosotros para poder entender lo que hacemos.

Quería agradecerle y expresarle que considero un placer poder ser alumna suya, haber pasado por esta Facultad. No cursar su materia hubiese sido un desperdicio.

Espero en mi vida profesional y personal, nunca dejar de pensar y reflexionar sobre mis cimientos, aquellos que hoy me hacen ser quién soy, que me ayudan a entender mi existencia y a encontrarme con el otro para ser y construir, como usted dice en su página: puentes, puentes de unión y esperanza en los que la vida sea mucho más grata.

¡Saludos!


Fiorella Acosta