Estimado doctor:

En forma fortuita encontré esta dirección suya de correo electrónico y el hallazgo me invitó a enviarle este saludo.

En el segundo semestre de 1973 cursaba Introducción al Derecho en la cátedra del recordado Dr. Mario Abel Amaya. El Dr. Norberto Rinaldi era el profesor  a cargo de la comisión; y recuerdo que usted vino varias clases, como profesor visitante con su “Curso de Derecho en la Isla”.

Creo que todavía conservo en mi biblioteca un ejemplar del fascículo que nos regaló cuando finalizaron sus clases. Era el trabajo que usted había escrito al concluir la experiencia del curso referido y en él mencionaba a los alumnos que habían participado de aquella experiencia.

Entre mis papeles conservo una constitución que escribí a instancias suyas para la “República de la Isla”.

Fueron muy amenas esas clases que usted dictaba, transportándonos a una comunidad sin normas, en una isla desierta que, sin embargo, buscaba un ordenamiento para vivir en paz. Bastante distinto a lo que lamentablemente observamos en estos tiempos en la sociedad argentina que tiene normas pero no consigue vivir en paz. O vive en una paz a medias.

Soy un abogado de 58 años de edad y 35 de ejercicio profesional pero, como ve, conservo algunos recuerdos de la vida universitaria y, uno de ellos, es haber sido alumno, aunque en forma tangencial, del Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia.

Le envío, pues, estimado doctor, este cordial saludo.

 

Dr. Alberto Alvarellos