Reconstrucción histórica

Bicentenario de la Independencia

 

Presentación

Creo que es muy difícil repasar sin emocionarse la jornada del 9 de julio de 1816. Y una declaración que fue un verdadero canto a la libertad.

Este es un breve libro reconociendo ese día y a quienes con su valentía y decisión la hicieron posible.

Hemos querido construirlo desde la perspectiva de la justicia judicial, repasando casos juzgados entre esa fecha y los años inmediatamente posteriores, cuando todo aún se estremecía entre batallas e ideas no suficientemente consolidadas. No hubiésemos podido hacerlo de otra manera, sin salirnos de nuestro rol de jueces.

De todos modos hay algo especialmente notable: mientras las modificaciones políticas iniciaban un camino nuevo y vertiginoso, la judicatura parecía seguir ceñida a las secuencias de una inveterada tradición.

No solo en sus sentencias. También los temas que se presentaban a su juzgamiento hablaban de una sociedad donde las relaciones conflictivas mantenían sus antiguas formas y sus anteriores protagonistas:

La pulpería, la cárcel, el facón, el indio, el gaucho, la mujer, el esclavo…

Corresponde en este punto hacer una breve reflexión que va más allá de los contornos locales.

Los acontecimientos revolucionarios si bien encuentran su sustento profundo en el sentir de los pueblos (de otro modo no podrían ocurrir) demoran sin embargo reflejarse en el quehacer cotidiano. Hay como un doble camino de marcha y contramarcha, un ir y venir simultáneos de pensamientos y actitudes. La vida diaria no se modifica un 9 de julio, aunque el país quisiera ser otro.
Serían precisos muchos años más, trasponer incluso las indispensables instancias de una constitución que fuese testimonio de unidad nacional, para que los momentos sociales mostraran una realidad distinta.

La obra de los gobiernos, las escuelas, la industria y un comercio incipientes, acompañaron su formación.

A ello cabe agregar todavía la estabilidad que el derecho propone siempre en sus soluciones.

Aunque las leyes cambien, sus contenidos expresan sabidurías seculares, desde la cultura que reconoce los rasgos de una humanidad universal: la igualdad, buena fe, el respeto a la palabra empeñada, el equilibrio en las prestaciones recíprocas y un significado de equidad del que el juez no puede prescindir.

Ello lleva a una justicia judicial en muchos casos recurrente, en la que la jurisprudencia de hoy suele recoger el valor de la de ayer.

Esta situación suscita a veces cierta perplejidad. Pero es, sin embargo, la afirmación de la seguridad jurídica. Una de las más beneficiosas proyecciones que el derecho tiene: lo que ha sido por él fijado queda sustraído a la inestabilidad de decisiones intempestivas.

Nada obsta ciertamente a las transformaciones que los hechos exigen. Pero reclaman la debida prudencia. Ninguna puede ser catastrófica.

Los fallos que aquí se transcriben, tomados todos de expedientes que se guardan en los archivos de la Provincia, muestran esa convergencia por momentos desconcertante entre una nación que crecía a la luz de la independencia, una sociedad civil enraizada en lo antiguo y una justicia judicial solo parcialmente renovada en sus instituciones, que vivía los nuevos tiempos con una experiencia jurídica de siglos.

Desde el reflejo que enmarcan esas vicisitudes, este es el humilde homenaje al trabajo de los jueces en días de una luminosa gesta.

 

Héctor Negri
Presidente - Ministro Decano