Malvinera

Cuando rodó el adiós esa mañana
la luz que entre tus ojos iba herida
volvió de pronto azul la despedida
con su azulada vibración lejana.

Era una luz salar, llorosa, vana
que subía a los ojos compartida.
Era el torrente de una flor perdida
inmensamente azul en la mañana.

Azul, azul, azul. Después el cielo,
y tu mano en el aire. Y el pañuelo
muriéndose de adiós en la barranca.

Mientras del sueño tuyo me alejaba
hacia un tiempo sin luz, yo te miraba:
y eras azul, azul. Azul y blanca.

 

(Ayer y Hoy - Antología Poética)