Hola Héctor

Cuando se despidió de nosotros salí del aula para saludarlo y darle las gracias personalmente, pero me dijeron las chicas de seguridad de la entrada que hacía un minuto que se había ido. La verdad es que me quedé con ganas de darle un fuerte abrazo. No es común, que en esta facultad o en La Plata donde cursé mis primeras materias (hace ya mucho tiempo), nos den clases profesores con su "onda", como dicen hoy en día los más jóvenes.

¡Otra vez me hizo llorar! ¡lo mismo que a otras compañeras! pero es un llanto lindo, porque llega a lo más profundo de nuestro ser, por lo "revolucionario" de su propuesta, por la profundidad de la enseñanza, que cada sábado nos aportó y que permitió que nuestras mentes se abrieran, dejando de lado prejuicios, que más de una vez, cargamos en nuestras mochilas inconscientemente.

Es un privilegio para mí haberlo conocido. A partir de hoy me pondré a trabajar en la construcción de "la isla de Negri". No va a ser nada fácil la tarea, pero estoy segura después de esta cursada increíblemente esclarecedora que no es imposible: ojalá encuentre en mi camino muchos Héctores para no bajar los brazos y llevar adelante el proyecto.

Alguien que nos recita poesías con alma de poeta y con una exquisita sensibilidad no pasa a ser un profesor más que nos dio clases en la facultad, sino un Ser Humano que creó vínculos y certezas con respecto a la existencia de un amor docente entre profesor-alumno. Creo que esto es lo que ha construido con sus enseñanzas.

¡Gracias por todo Héctor!
Un abrazo,

 

María Luisa Graff