Reconstrucción histórica

 

Cinco edificios históricos del Poder Judicial


Prólogo


Este libro guarda, por el milagro de la palabra y de la imagen, cinco edificios judiciales.

Con sus planos, estructuras, contornos, escaleras, ventanas, balaustradas.

Cinco edificios que son, de alguna manera, el núcleo del patrimonio arquitectónico del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires.

Con ellos, trata de recuperar también esa rara vibración de vida que todo edificio judicial tiene.

Cada uno de estos edificios invita a recordar historias: anécdotas, leyendas, episodios, tramos de esperanza y fracaso, de dolor y alegría.

Antes que nada, la historia de quienes los soñaron alguna vez y los diseñaron.

Y entonces son días y noches en los que el lápiz y la regla de cálculo perfilaban papeles, estructuras, líneas: tiempos y espacios, unidos en el universo conceptual del hombre.

Es posible que su recuerdo se haya fragmentado con los años.

Pero estuvieron, están allí aún, en el estilo que buscaban, en la ciudad que contribuian a formar.

Luego, ese ajetrear difícil pero bondadoso, intenso y esperanzado, de las manos que apilan ladrillos y hierros, y mezclan las arenas con cales y cementos.

En el tiempo de mi niñez, en mi pueblo, eran trabajadores anónimos quienes lo hacían. No sabíamos sus nombres: apenas intuíamos su procedencia de algún país lejano.

¿Quiénes habrán sido, en este caso, los obreros de estos cinco edificios?

¿Habrán podido contemplar la obra de sus manos, alguna vez, en su conjunto? ¿O cada día habrá detenido las miradas sólo en algún lugar, en algún momento, como casi siempre ocurre cuando quien trabaja recorre la inexorable finitud de su trabajo?

No puede saberse.

Después, todavía, ese destino de que fueran edificios judiciales. Ese estar construidos para que en ellos se realizase la difícil tarea de administrar justicia entre los hombres (tarea condenada desde siempre a ser el mero reflejo de una luz inabarcable).

¿Quiénes habrán transitado su interior como justiciables?

¿Cuáles habrán sido sus pasiones y dolores, sus temores y esperanzas?

Acaso la memoria de los archivos pueda aún recuperar sus nombres, en las carátulas de los expedientes. Pero, toda esa inmensa magnitud de vida que quería afirmarse en cada pleito, en cada controversia: esa no se puede conocer.
¿Y los jueces? ¿Que podría decirse de ellos?

No existe acaso profesión más difícil que la del juez, sobre la que convergen tantas fuerzas dispares, antagónicas.

Por un lado los litigantes, con el clamor de que su justicia sea reconocida. Por otro lado la ley con sus fórmulas abstractas, exigiendo ser aplicada, como ese deber incondicionado y absoluto de la idea kantiana. Y por otro lado todavía, el derecho, milenario (o acaso eterno), al que ni el pedido de los litigantes ni las exigencias de la ley parecieran poder aprehender en toda su plenitud.

Y los abogados, que como en un antiguo frontispicio romano, reinauguran a cada momento en su retórica, con sus escritos y sus voces, el dramático discurso de agonía del hombre en el conflicto.

Urbanistas, ingenieros, arquitectos, obreros, litigantes, jueces, abogados. Funcionarios, empleados judiciales. Y ese sentido impersonal de la ley, contrastando con el puro derecho.

Cinco edificios judiciales que conforman el patrimonio histórico de la Provincia de Buenos Aires: y una inabarcable latitud de experiencias escondidas en ellos.

Rostros, palabras y silencios, que confunden el recuerdo y el olvido.

Cinco edificios que están, que son pasado y presente: también futuro.

Y en cuyo interior siguen abriéndose (¿se abrirán para siempre?) preguntas sin respuestas y respuestas a preguntas que acaso nadie pueda responder.

Había sin embargo que escribir sobre ellos, para que el pensamiento de quienes estamos ligados a la justicia judicial no se disociara de sus propias incógnitas ni se apartase de sus inexorables fatigas.

Cinco edificios: para recordarlos, para admirarlos, para estremecerse junto al misterio que cada uno de ellos guarda.

El recuerdo de la historia de la Provincia en los años cercanos a su construcción, que precede a este relato, acaso sirva todavía para resaltar la inabarcable magnitud de sus significados.

 

Héctor Negri
Ministro Decano