Reconstrucción histórica


El Palacio de Justicia

 

Prólogo



El trazado de la ciudad de La Plata ha sido comprendido de maneras diversas.

Sus formas geométricas, su minuciosa preocupación por el orden dieron lugar a lo largo de los tiempos a una variada gama de interpretaciones estilísticas, arquitectónicas e históricas.

Sin desconocer el valor de esas perspectivas, quisiera, en ocasión de presentar este libro, recuperar aquella que lo vincula con el derecho y su justicia.

Nuestro país, hacia 1882, buscaba su perfil definitivo: necesitaba dar, ante otros pueblos y naciones, el testimonio de su propia identidad.

Para ello tenían que quedar atrás, de una vez por todas, décadas de intolerancia y dolor: una multitud de frustraciones a las que sólo el trabajo y la paz podían superar.

Los hitos fundamentales ya estaban dados: la Constitución de 1853 y la reunificación de Buenos Aires con la Confederación. Junto a ellos, ese lento y difícil, cotidiano proceso de organización nacional.

Cuando en 1880, luego de graves enfrentamientos armados, Buenos Aires se federaliza, la Provincia comienza a proyectar su nueva capital. El 19 de noviembre de 1882 se funda La Plata.

No hubiese sido posible que su diseño no recogiese, en el misterioso signo de las formas, los anhelos de aquel momento.

La fundación de una ciudad es siempre, consciente o inconscientemente, un acto de creación artística. Y el artista es, como el filósofo, quien más profundamente comprende el significado de los tiempos.

Y de ese modo: en el rigor geométrico del diseño; en las cuadrangulares manzanas; en las diagonales, en las plazas y hasta en la propia avenida de circunvalación, se perfilaba no sólo una ciudad sino todo un país y su esperanza. (Ese singular paralelismo que presentan la ciudad y la vida: ese raro reflejo que espeja las coordenadas del tiempo desde la figura y el trazo).

La Plata, se proyectó, pacífica y ordenada, porque eran el orden y la paz lo que el País quería.

Pero no cualquier orden ni cualquier paz: sino los que allegan la justicia y el derecho. (Ese orden que más que orden es armonía, que se funda en el respeto a la persona del hombre. Esa paz que es antes que nada promesa de bien común).

Como en la República ideal de Platón, donde la justicia se identifica con el equilibrio de la ciudad y del alma, el derecho estaba allí, presente en cada forma: en el delicado entrecruzamiento de las líneas y en los espacios simétricos que presienten el derecho y su esperanza.

Resulta ocioso decir que no podía faltar, en un esquema así, la justicia judicial.

Sanadora de conflictos y pasiones, guardiana de la ley y de su aplicación cuando su vigencia se encuentra conculcada, ella es parte también, privilegiada, de ese orden de respeto y paz.

El Palacio cuya arquitectura estas páginas reflejan en su ámbito: como en el esquema de la ciudad con la que se corresponde, expresa él también esos sutiles vínculos.

El prolijo estudio realizado por la licenciada Cristina Cabrera, lo va descubriendo, en sus cúpulas, salones y pasillos, en sus columnas, jardines y sus balaustradas.

Y al describirlo en su fisonomía interior y exterior, hace que se revelen nítidos significados, la bondadosa armonía que habla de una Provincia y de un País y de su esperanza de justicia y paz.

 

 

Héctor Negri
Ministro Decano