Mónica

Es así dulce amarte, cuando viene la lluvia.
Se ciñe entre las ramas. En las hojas de marzo.

Y desata de pronto los sueños sumergidos
para encerrar la noche en tu piel y en mis brazos.

La lluvia cae afuera. Cae a través del alma.
Cae borrando todo. Tu corazón, tu espacio,

tu cintura que besan los caminos abiertos
la sombra de tu cuerpo, tan desnudo y tan blanco.

Es así dulce amarte mientras la lluvia cae
haciendo remolinos con los primeros charcos.

Y oscilan las vertientes de renacidos ríos
y es el viento una queja que se muere en tu mano.

Mientras la lluvia cae, nuestra noche se aferra:
me confunde tu pelo con su signo lejano

y me liberan todas las luciérnagas tuyas
subiendo hasta mis ojos, abiertos, desvelados.

Por las calles la gente que corre y el mal tiempo
que estalla en los jardines, borrosos, desgajados.

Por la calle la noche se va marcando grave.
Aquí adentro la lluvia es sólo un largo abrazo

tendido entre nosotros desde el azul oscuro
de tu ropa vencida y de tu pelo enredado.

Es así dulce amarte mientras la lluvia cae:
los días nos descubren, nos llaman renovados

un susurro de besos alivia los secretos
en la flor de tu boca me apacigua tu amparo.

Languidecen las horas. La lluvia continúa
por cielos presentidos y campos estrellados.

Continuará por siglos en cada beso tuyo
a la luz de otros días, en tu piel y en tu tacto
en tu nombre que nombro de extrañas resonancias
en tu cintura suave, y en tu mirar tan claro.

Es así dulce amarte cuando viene la lluvia.
Se ciñe entre las ramas. En las hojas de marzo.

 

(Ayer y Hoy - Antología Poética)