Estimado Profesor Negri: 

Sé que tiene otros títulos y reconocimientos, pero aquel que enseña, merece ser llamado Profesor-Maestro.

Le escribo porque sinceramente la curiosidad y el atrevimiento me han ayudado a tomarme la libertad de expresarle todo lo que  me ha ayudado en sus cátedras: a salir de la ignorancia, a escuchar las dudas de mi mente y de mi corazón. 

Sé que tiene muchísimos  alumnos,  entonces me presento. Mi nombre es Daniela, tengo 20 años y fui su alumna en la materia Introducción al derecho.

Me llevé la impresión de un hombre sabio, respetable y admirable. Hoy me encuentro estudiando Filosofía del Derecho.

Leo textos que me representan, me hago preguntas, comienzo a filosofar. Creo que la filosofía es el arte de dudar. Últimamente he tenido sentimientos extraños: he dudado de mi propia inteligencia para tomar una decisión y he dudado de mi religión. 

En cuanto a mi inteligencia, me refiero a la capacidad que tiene mi cerebro de tomar una decisión, tal vez separándose de mi alma, de mi sentimiento, y quizá también de mi razonamiento. En cuanto a Dios, tal vez soy cristiana en Doctrina y no en Religión. Y cuestiones como no ver un milagro, o no sentirme bendecida, me llevaron a preguntarme:¿Por qué se puede comparar a Dios con todo lo que rodea al hombre? ¿O es Dios aquello que complementa al hombre y la respuesta de aquello que desconoce? 

Es Dios lo que hace de mi un todo. Por esa razón en el momento que quiero olvidar la religión, dejar de ir a la iglesia, parece ser que mi fe es inagotable (…) 

Con su cátedra, con usted, y con todo el material que he leído,  fui encontrando respuestas. Descubrí que alguien más se hacía mis mismas preguntas (…) pero usted encontró la sabiduría, encontró la verdadera profundidad de las cosas pequeñas y grandes.

Si a una persona se le pregunta ¿cuál es la profundidad de amar?, entonces dirá que es amar el doble de lo que se ha amado. Pero usted sabe que las palabras y más en las poesías, forman una caja fuerte, que guardan un verdadero mensaje, tal vez con el código correcto se descubra (…)

Muchas veces escribí poesía, también frases a la deriva que me han representado.

(…)

En "Soledad del último hombre",  usted dice: "¿Quién me olvidará, quién sabrá que me olvida?" Puedo pensar que estas palabras significan muchas cosas pero esta vez elijo creer, que sólo significan lo que es. 

(…)

Sus clases son lecciones de vida. Nos lleva a reflexionar, a comenzar un viaje largo donde nos convierte. Es un antes y un después, es más que un simple mensaje: usted enseña al corazón, no sólo a la mente. 

Eternamente agradecida.

 

Daniela López. 
Alumna de la UNLZ